Germán Ferrante trabajaba como supervisor de recursos humanos en una clínica y lo despidieron cuando voluntariamente se internó por sus adicciones. Le explicación que le dieron es que no querían trabajar “con personas así”, recuerda tristemente. “Arranqué en el mundo de las drogas cuando era muy chico. Empecé como si fuera un juego y luego me di cuenta lo caro que me había salido ese tipo de diversión. Con esta enfermedad uno empieza a tocar los fondos más crudos y dolorosos, y es muy difícil salir”.

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